"El Señor se manifiesta a la edad de treinta años, enseñando con este número, secretamente, a quien sabe darse cuenta, los misterios que le conciernen. En efecto el número treinta, entendido místicamente, representa al Señor como Creador y providente del tiempo, de la naturaleza, y de los seres inteligibles que sobrepasan la naturaleza visible. Del tiempo, mediante el siete: en efecto el tiempo es septenario [1]; de la naturaleza, mediante el cinco: la naturaleza es en efecto quinquenal, por la percepción sensible que se subdivide en cinco partes; para los inteligibles, mediante el ocho: el origen de los seres inteligibles está por encima del período medido del tiempo. [2]Dios se revela providente con el diez: mediante la santa década de los mandamientos que induce a los hombres al bien y porque el Señor, cuando se hizo hombre, ofreció místicamente como primicia la denominación de este número. [3] Sumando entonces el cinco, el siete, el ocho y el diez, se obtiene el número treinta.Quien, por tanto, tiene al Señor como guía, no ignorará la razón por la que también Él se manifestará a los treinta años, capaz de anunciar el Evangelio del Reino. En ese tiempo creará de modo irreprensible, como una naturaleza visible cualquiera, el mundo de las virtudes según la vida activa, sin alterar el recorrido de su alma, que se mueve a través de los contrarios como un arco de tiempo. Y en ese momento, por medio de la contemplación, tomará con seguridad el conocimiento y podrá providencialmente infundir también en los demás este mismo estado. Entonces también Él, como si tuviese corpóreamente esta misma edad, tiene treinta años en cuanto al espíritu, y manifiesta al mismo tiempo la operación de los bienes que le son propios en los otros."
Máximo el Confesor, "Doscientos capítulos sobre la Teología y la economía de la Encarnación del Hijo de Dios"
[1] En cuanto la creación de las realidades temporales ha encontrado su realización en seis días, y el séptimo día pone término al movimiento de lo que es propio del tiempo.
[2] En otro lugar de esta misma obra San Máximo dice: "El sexto día, según las Escrituras, presenta el cumplimiento de los seres comprendidos en la naturaleza. El séptimo circunscribe el movimiento propio del tiempo. El octavo manifiesta la modalidad de ser de lo que trasciende la naturaleza y el tiempo."
[3] En griego el número diez está indicado por la letra I, que es la inicial del nombre de Jesús en dicha lengua.
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