Oración de San Sofronio, Patriarca
de Jerusalén, pronunciada en la Gran Bendición de las Aguas
durante la Víspera de la Fiesta de la Epifanía:
"Oh Trinidad que estás sobre todos los seres por tu excelencia y tu divinidad suprema, Omnipotente que todo lo ves, Invisible que nadie puede retener, Creador de seres espirituales y dotados de razón, Pura esencia de bien, Luz inaccesible que, al venir al mundo, iluminas a todo hombre; ilumina también a este servidor indigno. Ilumina los ojos de mi inteligencia, para que pueda celebrar tus beneficencias y tu poder infinitos. Admite mi oración por el pueblo aquí presente; que mis faltas no impidan la venida de tu Santo Espiritu; concédeme, más bien, el poder, sin ser condenado, exclamarte y decirte también ahora, Bondad suprema: Te glorificamos, Señor que amas al hombre, todopoderoso, Rey desde antes de los siglos. Te glorificamos, Autor de toda creatura. Te glorificamos, Hijo unigénito de Dios que sin padre una Madre te concibió y que sin madre del Padre fuiste engendrado. En las pasadas fiestas, te hemos visto como niño; en la presente contemplamos tu perfección, como el Perfecto, nacido del Perfecto, al manifestarse nuestro Dios. Porque este día es para nosotros de fiesta: los coros de los santos se congregan con nosotros, los ángeles se unen a la festividad humana. Hoy la gracia del Espíritu Santo, en forma de paloma desciende sobre las aguas. Hoy el sol sin ocaso ha salido, y el mundo es iluminado por la luz del Señor. Hoy la luna clarea también al mundo con su resplandor. Hoy los astros luminosos embellecen el universo al relumbrar con sus luces. Hoy las nubes destilan desde el cielo un rocío de justicia por la humanidad. Hoy el Increado ve cómo su propia creatura le impone las manos. Hoy el profeta y Precursor viene hasta el Soberano, mas se acerca temblando, al ver a Dios abajado hasta nosotros. Hoy las corrientes del Jordán adquieren la virtud de sanar por la presencia del Señor. Hoy una mística corriente da de beber a toda la creación. Hoy las faltas de los humanos son lavadas por las aguas del Jordán. Hoy el paraíso se abre a los hombres, y el sol de justicia expande sobre nosotros su claridad. Hoy el agua amarga, como en tiempos de Moisés, es cambiada para el pueblo por la presencia del Señor. Hoy ponemos fin a la antigua lamentación y somos salvados, como nuevo Israel. Hoy somos librados de las tineblas para resplandecer con claridad por el conocimiento de Dios. Hoy la tristeza del mundo es disipada por la epifanía de nuestro Dios. Hoy la creación entera es iluminada como lámpara encendida desde el cielo. Hoy el error fue abolido, y la llegada del Maestro nos señala el camino de la salvación. Hoy es fiesta tanto en lo Alto como aquí abajo, los seres de este bajo mundo se encuentran con los de las alturas. Hoy los verdaderos creyentes elevan sus voces gozosas por la santa festividad. Hoy el Maestro se apresura hacia el bautismo para elevar a la humanidad. Hoy el Inmutable se inclina ante un siervo para librarnos de la servidumbre. Hoy hemos adquirido el Reino de los Cielos, el Reino del Señor que no tendrá fin. Hoy la tierra y el mar participan del gozo del mundo, un mundo lleno de alegría. Las aguas vivas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y te temieron. El Jordán retrocede, al ver descender el fuego de la divinidad en un cuerpo, y venirse hasta él. El Jordán retrocede, al ver al Espíritu Santo descender en forma de paloma y volar en torno a ti. El Jordán retrocede, y las montañas brincan al ver a Dios en la carne. Los nubarrones hicieron oír su voz, se maravillaron porque has venido. Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero. En este día de fiesta vemos en el Jordán al Señor destrozar las cadenas del infierno, el aguijón del error, la muerte que la desobediencia nos valió, y dar al mundo el Bautismo de la salvación. Es por eso que, yo también, aunque pecador e indigno siervo, después de haber recordado tus maravillas y tus hazañas, conmovido de temor y lleno de compunción, exclamo:
Grande eres, Señor, tus obras son admirables, y ninguna palabra basta para cantar tus maravillas. [Tres veces]
Eres tú el que llevaste todas las cosas del no ser a la existencia; por tu Poder sostienes al universo, por tu Providencia diriges al mundo. De cuatro elementos hiciste la creación, de cuatro estaciones coronas el año. Tiemblan ante ti, las Celestes Potencias Espirituales; a ti te canta el sol, a ti la luna glorifica; contigo se entretienen los astros, a ti la luz obedece; ante ti se mecen los océanos y las fuentes son tus siervas. Despliegas el cielo como una tienda, afirmas la tierra sobre las aguas; al mar rodeas de arena, y al aire lo esparces para que se lo respire. Las potencias angélicas te sirven en el cielo, los coros de los arcángeles se postran ante ti; los querubines de muchos ojos y los serafines de seis alas que te rodean y vuelan en torno a tu majestad, se cubren el rostro de temor ante tu gloria inaccesible. Tú, Dios que ningún espacio te limita, tú, el Dios inefable y sin comienzo, viniste a la tierra tomando forma de esclavo y semblanza de hombre; porque no pudiste soportar, Señor, en la ternura de tu corazón, el ver al género humano bajo la tiranía del demonio, sino que viniste y nos salvaste. Confesamos tu gracia, proclamamos tu amor, sin ocultar tus beneficios. Liberaste nuestra natura desde que germinaste, por la natividad, el seno viriginal santifiste; toda la creación te canta desde que apareciste. Porque tú eres nuestro Dios, te mostraste en la Tierra y hablaste con los hombres. Eres también tú, que santificas las aguas del Jordán, enviando del Cielo al Espíritu Santo; y aplastando la cabeza de los dragones que en las aguas se ocultaban.
Tú, pues, que amas a los hombres y eres Rey nuestro, ven ahora también por la efusión de tu Santo Espíritu y santifica esta agua. [Tres veces]"
Y dale la misma bendición y virtud redentora que la del Jordán. Hazla una fuente de inmortalidad, un tesoro de santificación, para el perdón de los pecados, la curación de las enfermedades y la derrota del diablo. ¡Que ella sea inaccesible a las potencias enemigas y rebose de angélico poder!, para que todos los que la utilicen y beban encuentren en ella la purificación de su alma y cuerpo, remedio a sus pasiones, santificación de su casa y toda clase de provecho. Porque tú eres nuestro Dios, el que por el agua y el Espíritu renueva nuestra naturaleza envejecida por el pecado. Tú eres nuestro Dios, que por el mar hiciste pasar de la esclavitud del Faraón a la libertad, bajo la guía de Moisés, a la Nación de los Hebreos; Tú eres nuestro Dios, que hendiste la roca en el desierto, al punto que las aguas corrieron en torrentes para dar de beber a tu pueblo sediento. Este es nuestro Dios, que por el agua y el fuego hizo que Elías hiciera retornar a Israel del error de Baal.
Tú mismo, Señor, también a la presente, santifica este agua por el Espíritu Santo. [Tres veces]"
Y concédele a todos los que la utilicen, ya por aspersión o por beberla, la santifiación, bendición, purifación y salud.
Salva, Señor, a tus servidores, los cristianos fieles y ortodoxos. [Tres veces]"
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