LUZ TABÓRICA

Luz Tabórica
"No hay más que una sola y misma luz divina: la del Tabor, la contemplada por las almas purificadas desde ahora, la de la parusía y los bienes futuros."

San Gregorio Palamas


martes, 10 de noviembre de 2015

San Máximo el Confesor: todo y nada de todo

Este texto, que forma parte de una de las obras más importantes de san Máximo el Confesor, nos presenta de modo sintético una de sus grandes intuiciones metafísicas. Aunque pueda resultar chocante para la lógica ordinaria y parezca ir en contra de ciertas elaboraciones filosóficas heredadas por el pensamiento occidental, en lugar de postular que la multiplicidad y la diferencia son el resultado de un distanciamiento del Uno, y de considerar que la singularidad entre los seres corpóreos debe estar supeditada a la materia, nuestro autor las proyecta hacia arriba, es decir, las eleva hasta el rango de la actividad divina.

Los logoi de los seres, que no son las esencias propiamente dichas, sino las razones de éstas, es decir, las posibilidades esenciales inmanifestadas contenidas en el Logos divino a partir de las cuales los seres se manifestan en el cosmos en un contexto espacio-temporal apropiado para su actualización, son la causa de la diversidad en todos los niveles de existencia, y no se trata meramente de una distinción entre universales, pues también se admite la presencia de logoi particulares que definen la realidad interior de cada ser individual.

Por otro lado, el texto también es importante porque, precediendo en varios siglos los desarrollos de san Gregorio Palamas, enuncia formalmente la relación entre los logoi y las energías divinas e increadas que permean y sostienen la totalidad del universo manifestado sin confundirse entre sí. Aquí la "simplicidad", en vez de ser entendida como una definición absoluta de la realidad divina, es uno de los innumerables logoi, o energías (también identificadas con los Nombres y Atributos divinos), que "rodean" a la esencia inescrutable.

Pero, como advierte san Máximo, este conocimiento que supone la superación de toda antinomia entre la Unidad y la multiplicidad, no puede ser alcanzado por la "indagación científica", esto es, a través del razonamiento discursivo, ni puede ser expresado satisfactoriamente por una simple construcción especulativa, sino que debe ser el fruto de una auténtica experiencia espiritual, propia de aquellos que han alcanzado la perfección de la vía contemplativa y se elevan incognosciblemente hacia los secretos de la verdadera teología.


Ambiguum 22

 Del mismo Discurso Teológico de san Gregorio:

Pero, con respecto al discurso sobre Dios, cuanto más perfecto, más difícil se vuelve abordarlo, ya que tiene más percepciones y soluciones más arduas. [1]

Si las cosas creadas son muchas, entonces, en verdad deben ser diferentes, precisamente debido a que son muchas. Porque es imposible que muchas cosas no deban ser también diferentes. Y si las muchas son diferentes, debe entenderse que sus logoi, de acuerdo a los cuales ellas existen esencialmente, son también diferentes, ya que es en éstos, o más bien debido a estos logoi, que las cosas diferentes difieren entre sí. Porque las cosas diferentes no podrían ser diferentes la una de la otra si sus logoi, de acuerdo a los cuales ellas se manifiestan, no admitieran ellos mismos la diferencia. Así, pues, tal como cuando los sentidos aprehenden los objetos materiales de una manera natural, al recibirlos, deben reconocer necesariamente que las percepciones de estos objetos (que subyacen y son susceptibles de ser comprendidos) son muchas y diversas-, del mismo modo, cuando el intelecto naturalemente aprehende todos los logoi en los seres y contempla dentro de ellos las energías infinitas de Dios, reconoce las diferencias de las energías divinas, percibe que son múltiples y -para expresarlo adecuadamente- infinitas. Entonces, con respecto a la indagación científica dentro de lo que es realmente verdadero, el intelecto -por razones que uno puede fácilmente apreciar- encontrará que la fuerza de tal indagación es ineficaz y su método inútil, ya que no le provee al intelecto ningún medio para entender cómo Dios -que no es realmente ninguna de las cosas que existen, y que, hablando con propiedad, es todas las cosas y al mismo tiempo está más allá de todas ellas- está presente en el logos de cada cosa [2], y en todos los logoi juntos, según los cuales todas las cosas existen.

Si, por lo tanto, de acuerdo con la verdadera enseñanza, cada energía divina indica a través de sí misma la totalidad de Dios, indivisiblemente presente en cada cosa particular, según el logos a través del cual esa cosa existe en su propio modo, ¿quién, me pregunto, es capaz de entender y decir con precisión cómo Dios es el todo en todas las cosas a la vez, y en cada ser particular, sin separación o sin estar sujeto a división, y sin expandirse desigualmente en las infinitas diferencias de los seres en los que Él existe como Ser, o sin contraerse en la existencia particular de cada uno, o sin contraer conjuntamente ni fundir todas las diferencias de estos seres en una totalidad simple, sino que, por el contrario, es verdaderamente todo en todas las cosas, sin salir nunca de Su indivisible simplicidad? Bien hizo el maestro al decir que las "percepciones" relativas al principio de la divinidad son muchas, a partir de las cuales se nos ha enseñado sólo que Dios existe, y que las "soluciones son arduas", por las que aprendemos lo que Dios no es. Así que hay que ponerle fin a esa curiosidad inútil y dañina de parte de aquellos que piensan que pueden comprender a la Deidad por medio de las vacuas construcciones de la mente, con las que son incapaces de entender incluso a la criatura más baja desde el punto de vista del logos de su ser y existencia.

Notas:

[1] Gregorio el Teólogo, Or. 28.21 (SC 250:142, ll. 8-10)
[2] El texto griego de Eriúgena parece decir: "-es Uno en el logos de cada cosa..."


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