"Mediante el temor, la piedad y el conocimiento, el Espíritu Santo opera la purificación de los que son dignos de la pureza de las virtudes. Mediante fuerza, consejo e inteligencia, Él entrega, a los que son dignos de ser iluminados, la iluminación del conocimiento de los seres, según las razones que están en ellos. Por medio de la sabiduría luminosa, simple y completa, gratifica con la perfección a quienes son dignos de la deificación, llevándolos por todos los medios posibles al hombre, directamente a la Causa de los seres. Dichos hombres son reconocibles por las características divinas de la bondad y en este estado ellos se reconocen a sí mismos a partir de Dios y a Dios a partir de sí mismos, sin que haya ninguna barrera entre ellos. En efecto, no hay nada que se ponga entre la sabiduría y Dios. Ellos estarán en un estado de inmutabilidad absoluta, porque han trascendido completamente todos los estadios intermedios, en los que antes subsistía el peligro de errar en el conocimiento. Por estadios intermedios se entiende la esencia de las realidades inteligibles y sensibles, realidades mediante las cuales el intelecto humano es conducido naturalmente hacia Dios como Causa de los seres.Temor, piedad y conocimiento producen la filosofía práctica. Fuerza, consejo e inteligencia actúan la contemplación natural en el Espíritu. Pero solamente la divina sabiduría nos gratifica con la mística teología."
* Filocalia, tomo II, "Capítulos varios sobre la teología y la economía, la virtud y el vicio" IV: 79-80, ed. Lumen.
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