LUZ TABÓRICA

Luz Tabórica
"No hay más que una sola y misma luz divina: la del Tabor, la contemplada por las almas purificadas desde ahora, la de la parusía y los bienes futuros."

San Gregorio Palamas


sábado, 19 de abril de 2014

Descenso y ascenso

Compartimos a continuación un pasaje más extenso de la antigua homilía por el Sábado Santo que aparecía citada en la entrada anterior. Este texto nos ha parecido notable no sólo por su belleza poética, sino también, y sobre todo, por su incontestable riqueza simbólica y su profundo contenido espiritual. 

Vemos aquí la actualización de un simbolismo universal presente en numerosas tradiciones espirituales: la muerte y el descenso a las regiones infernales, seguida por la resurrección y el ascenso a través de los Cielos para llegar hasta el lugar supraceleste del Espíritu. De estas dos fases, inversas y complementarias, podemos considerar que la primera es un presupuesto y preparación para la segunda, pero sólo desde el punto de vista correspondiente a un estado condicionado, no para la Persona divina. Cristo, en su misericordia infinita, desciende voluntariamente desde lo alto, como un hombre, para abrir las puertas del Infierno y retornar al seno del Padre con la naturaleza humana redimida. El descenso del Logos es concomitante con el ascenso del hombre, con su retorno del exilio en los estados inferiores del ser.

Sin embargo, si seguimos atentamente el relato, comprendemos que Adán ya no retornará a su condición originaria, es decir, a su estado primordial en el Paraíso, tras haber sido redimido del desgarramiento provocado en la caída, sino que será transformado y alcanzará una dignidad que no poseía de manera efectiva, aunque sí potencialmente, en el momento de su creación. Esto nos revela que el trágico descenso por la expulsión del Edén era una condición para su realización total, pues aquí logra la suprema identidad con el Logos y es conducido por el mismo hacia la plenitud de la gloria en el trono celeste, por encima de las jerarquías angélicas. Misteriosamente, comer del Árbol de la Vida implicaba haber probado los frutos del Árbol del Conocimiento, es decir, pasar a través de la "imagen", del icono, según la terminología utilizada en la homilía, para alcanzar el Arquetipo divino.

"¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey duerme. «La tierra temió sobrecogida» porque Dios se durmió en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios en la carne ha muerto y el Abismo ha despertado.
Va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar «a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte». El, que es al mismo tiempo Hijo de Dios, hijo de Eva, va a librar de su prisión y de sus dolores a Adán y a Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: Mi Señor esté con todos. Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: Y con tu espíritu. Y tomándolo por la mano le añade: «Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz».
Yo soy tu Dios que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo: tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: Salid; y a los que se encuentran en las tinieblas: iluminaos; y a los que dormís: levantaos.
A ti te mando: «despierta tú que duermes», pues no te creé para que permanezcas cautivo en el Abismo; «levántate de entre los muertos», pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.
Por ti yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al Abismo; por ti me he hecho hombre, «semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos»; por ti que fuiste expulsado del huerto he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado. Contempla los salivazos de mi cara que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas que he soportado para reformar de acuerdo con mi imagen tu imagen deformada.
Contempla los azotes en mis espaldas que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados que habían sido cargados sobre tu espalda. Contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero; por ti los he aceptado, que maliciosamente extendiste una mano al árbol.
Dormí en la cruz y la lanza atravesó mi costado por ti, que en el paraíso dormiste y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del costado. Mi sueño te saca del sueño del Abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y las moradas, los tesoros abiertos y el reino de los cielos que existe antes de los siglos está preparado."*

De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado (PG 43, 439. 451. 462-463)

* El texto fue tomado del website del Vaticano. 



viernes, 18 de abril de 2014

Descensus ad Inferos

"Entre sus carismas, el Oriente joaneo, tan sensible a la resurrección, lo es también al tema del infierno, conclusión clara que se extrae de la tradición litúrgica e iconográfica. Este tema ya ha sido tratado por san Pablo de forma sintética y sobrecogedora en Efesios 4, 9-10: «¿Qué significa eso de 'ha subido' sino que primero bajó a esas partes bajas de la tierra? Y el mismo que bajó es el que ha subido sobre todos los cielos para llenarlo todo». Vemos la sorprendente amplitud del initerario: kata, ana, abajo, arriba, los dos extremos del camino del Cordero alado; el descenso al punto más bajo, el infierno, y la ascensión al punto más alto, el cielo. El Oriente se detiene maravillado contemplando «la altura y la profundidad» del misterio de la salvación, viendo en él las dimensiones de la caridad de Cristo y su mensaje triunfal: «Subiendo a las alturas, llevó cautiva la cautividad» (Ef 4, 8).

Dejemos la palabra a Epifanio en su magnífica homilía para el Sábado Santo: «¿Qué es esto? Un gran silencio reina hoy sobre la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado y ya se ha calmado, porque Dios se ha dormido en la carne y ha ido a despertar a los que  dormían desde hace siglos. Dios ha muerto en la carne y los infiernos se han estremecido. Dios se ha dormido por poco tiempo y ha despertado del sueño a aquellos que habitaban los infiernos...»

Él va a buscar a Adán, nuestro primer padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos los que moran en las tinieblas y en las sombras de la muerte... Descendamos, pues con Él para ver la alianza entre Dios y los hombres...; allí se encuentra Adán, Noé, Abraham, Moisés, Daniel, Jeremías y Jonás... Y entre los profetas, hay uno que exclama: «Desde el vientre del infierno, ¡oye mis súplicas, escucha mis gritos!» , y otro: «Desde las profundidades te grito, Señor, Señor, oye mi voz», y otro más «¡Haz brillar tu rostro, y estaremos salvados»...

Adán, cautivo más profundamente que todos los otros..., habló así: «¡Oigo los pasos de alguien que viene hacia nosotros!» Y mientras hablaba, el Señor entró, sosteniendo las armas victoriosas de  la cruz. Lleno de estupor, Adán gritó a los otros: «¡Mi Señor esté con todos vosotros!» Y Cristo respondió a Adán: «Y con tu espíritu...» «Levántate de entre los muertos. Yo soy tu Dios, y por ti, me he hecho tu hijo... Levántate, y vayámosnos de aquí, pues tú estás en mí y yo estoy en ti, nosotros dos formamos una persona única e indivisble... Levantaos, salgamos de aquí y vayamos del dolor a la alegría... Mi Padre celeste espera la oveja perdida..., la sala de las bodas está preparada, las tiendas eternas se han levantado..., ese Reino de los cielos que existía antes de todos los siglos os espera...» 

En el silencio del Viernes no se celebra la eucaristía, pues Cristo está en los infiernos. Para la tierra, es el día del dolor, el oficio del entierro y los llantos de la Theotókos, pero en los infiernos el Viernes Santo ya es Pascua, su poder disipa las tinieblas en el corazón del Reino de la muerte."

Paul Evdokimov, "El arte del icono. Teología de la Belleza."






sábado, 5 de abril de 2014

El Centro

"Como en el centro se observa absolutamente indivisa la posición de las líneas rectas que emanan de Él, así el que ha sido hecho digno de ser en Dios entenderá preexistentes en Él todas las razones de las criaturas, con un conocimiento simple e indiviso."

San Máximo el Confesor